¿Te cae que no “producteas”?

¿Qué es un producto? Según la RAE: cosa producida. Caudal que se obtiene de algo que se vende, o el que ello reditúa. Cantidad que resulta de la multiplicación. Valor de todos los bienes y servicios obtenidos en la economía de un país en un período de tiempo dado.

Como vemos, está íntimamente ligado con verbos como vender, comprar, producir, intercambiar, multiplicar… En ese sentido, no me parece tan loca  la lógica de tener miles y miles de productos en nuestras casas. Si pudiéramos hacer una lista de todo lo que hay en ella, no terminaríamos.

Incluso nosotros somos un producto, ya lo decía Vicente Verdú en uno de sus libros, ahora los sujetos, somos sobjetos, productos, seres con precio, mercancías con sensiblerías incluídas.

¿Qué es el trabajar por un salario?:  ponerle un precio a las capacidades. Nuestro trabajo produce productos, incluso esto que lees es producto de productos intelectuales, históricos, culturales, literarios, sociológicos ad infinitum.

Quizá estemos cansados de tanta campaña anticonsumo, antiproducto, que al final utilizan productos para  denunciar a los malos. Seamos claros, este mundo es tremendamente sistemático, tedioso y causal: todo resulta de otro algo, y ese algo resulta en otro algo.

El problema no es la acumulación de productos, o la obsolescencia  con la que creamos los productos. El problema es el añadido que ponemos a los productos: esa etiqueda de indispensable, de que “todo justifica los medios”. Para muestra, los programas del FMI, del BM, los tratados de libre comercio, donde generalmente el producto es más barato para unos que para otros, y ese adjetivo de libre es un tanto ambiguo.

La economía, países, personas, productos, son una consecución de matrushkas: que  envuelven unas a otras, unas dependen de otras… Yo te doy maíz, y tú me das algodón; yo petróleo y tú aceite; tú títere, y yo titiritero…

¿Tú cuánto cuestas? Me parece una propuesta interesante de Olallo Rubio, aunque no comparto absolutamente su visión. Para que exista una dialéctica económica en la que uno es el que jode, y otro el jodido, ambos deben querer jugar su rol. Entiendo que la economía es sucia, y que la política internacional no es justamente un intento de mantener la paz por la paz, sino  algo así como la paz por medio de “lo que sea necesario”: hambrunas, pruebas de medicinas en humanos, mutaciones, radiación, carrera armamentista, actitudes punitivas en los acuerdos comerciales, esclavismo manufacturero, bla, bla, bla…

 

Tú y yo somos productos, consumimos productos, escribimos productos, vestimos productos… Seamos productos de calidad, compremos productos de calidad, a precios reales, seamos productos autoproducidos —con su inevitable sello de producto antecesor—, no productos producidos por la industria. No me gusta tener código de barras en la frente, prefiero una etiqueta hecha por mi propia mano… ¿Te cae que no “producteas”?...

2 comentarios:

Meruti Mellosa dijo...

Decía Quino en Mafalda, no recuerdo qué tira ni cómo era exactamente, que Felipito decide ya no ir con la corriente, a lo que Mafalda responde: Bien, ahora serás de la corriente que va contra la corriente.

Sí: reunámonos y entre otras cosas hay que ver qué tan bien sale eso de hablar naco; sostengo que mi técnica es casi infalible.

Anónimo dijo...

Yo sí producteo. Producteo harto. Y es bien rico. Porque comprar cosas es placenterísimo. Y ya. Nos hágamos.
Claro que hay otras cosas además de comprar, pero, venga, comprar es rico. Sólo se trata de que todos puedan hacerlo.