Fragmento de próximo cuento

...Levantó la mirada y todo cuanto había, ya no. Ahora se alzaba más pesada la realidad, como un monstruo de esos que alguna vez describió en sus novelas. Nada nuevo, la misma mirada enmarcada de periódicos, ratas e inmundicia. Sus huesos seguían impresos en el colchón roído que había confortado su espalda aquella tarde, y ésta se asomaba naturalmente enrojecida y llena de arañazos por los los resortes que le carcomían la piel en pago por su hospitalidad.

Ya no existía la noción del día y la noche, el tiempo no gobernaba más sus párpados.
El olor a podredumbre y agua estancada tranquilizaban su olfato, era la anestesia perfecta, el barniz exquisito de aquella realidad mohosa.

Entonces unos pasos se escucharon a lo lejos, y sus oídos se rindieron al deleite del compás que orquestaban…

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