Bienvenidos todos aquellos que tengan sed de justicia, hambre de cambio, y dolor bañado de humor. Aquí se habla de todo: noticias, libros, farsas, sentires, y paranoias también.
UN PAÍS DE LOCOS
Si alguien propone, los demás descomponen. Yo sé que la reforma que propone Calderón no es la única que ha surgido en los últimos años, quizá es un refrito retorcido de otras y además se le puede cuestionar tooodo lo que miles de columnistas y articulistas han dicho. El punto es el siguiente: ¡es hora de reconstruir este país!; no de deconstruirlo. Eso es lo único que hacen los partidos jalando cada uno para su gallinero y no hay nada de filosófico en su heroica repartición del pastel. Intentan parchar y arar parcelitas que al final se pudren por falta de una visión holística y falta de recursos. La Madre Tierra sabe vengarse...
Lo que necesitamos es sacrificar/(erradicar, más bien) la comodidad que nos otorga el ser mediocres, mamadores de recursos, y lo peor: autómatas indiferentes. Ya estuvo bueno de recurrir a Papá Gobierno, de crear partiditos so pretexto de la representación de minorías y usarlos como maquinitas generadoras de recursos, de prospectar candidaturas, pactos con empresarios, abonitos milagrosos a las cuentas bancarias y viáticos inverosímiles por posar las asentaderas un par de días al mes en una curul.
Por eso este país está así: porque nadie ve más allá de sus pobres ojos que parecen estar contaminados de una suerte de estrabismo porque nomás no captan la realidad de manera periférica. Su universo se limita a intereses mezquinos.
¿Cuál es la solución? El sentido común y una narrativa que impulse a esta nación (¿nación?) hacia un futuro menos que desdibujado. ¿Existe un proyecto común? No. Somos un milagro. Pero los milagro se acaban. Si los partidos no dejan de ver sólo sus palomitas por grabar/gravar y no intentan hacer a un lado su afán de pintar al país de un solo color, entonces estamos condenados a lo que ya vivimos: la ingobernabilidad.
¿Por qué no someter a juicio la competitividad de los funcionarios? ¿Por qué no modificar el sistema electoral? ¿Por qué no enfrentar a los monopolios? ¿Por qué no buscarle un sentido a la palabra México?
Espero sus comentarios.
CRÓNICAS DE DESESPERACIÓN
¿Te cae que no “producteas”?
¿Qué es un producto? Según la RAE: cosa producida. Caudal que se obtiene de algo que se vende, o el que ello reditúa. Cantidad que resulta de la multiplicación. Valor de todos los bienes y servicios obtenidos en la economía de un país en un período de tiempo dado.
Como vemos, está íntimamente ligado con verbos como vender, comprar, producir, intercambiar, multiplicar… En ese sentido, no me parece tan loca la lógica de tener miles y miles de productos en nuestras casas. Si pudiéramos hacer una lista de todo lo que hay en ella, no terminaríamos.
Incluso nosotros somos un producto, ya lo decía Vicente Verdú en uno de sus libros, ahora los sujetos, somos sobjetos, productos, seres con precio, mercancías con sensiblerías incluídas.
¿Qué es el trabajar por un salario?: ponerle un precio a las capacidades. Nuestro trabajo produce productos, incluso esto que lees es producto de productos —intelectuales, históricos, culturales, literarios, sociológicos— ad infinitum.
Quizá estemos cansados de tanta campaña anticonsumo, antiproducto, que al final utilizan productos para denunciar a los malos. Seamos claros, este mundo es tremendamente sistemático, tedioso y causal: todo resulta de otro algo, y ese algo resulta en otro algo.
El problema no es la acumulación de productos, o la obsolescencia con la que creamos los productos. El problema es el añadido que ponemos a los productos: esa etiqueda de indispensable, de que “todo justifica los medios”. Para muestra, los programas del FMI, del BM, los tratados de libre comercio, donde generalmente el producto es más barato para unos que para otros, y ese adjetivo de libre es un tanto ambiguo.
La economía, países, personas, productos, son una consecución de matrushkas: que envuelven unas a otras, unas dependen de otras… Yo te doy maíz, y tú me das algodón; yo petróleo y tú aceite; tú títere, y yo titiritero…
¿Tú cuánto cuestas? Me parece una propuesta interesante de Olallo Rubio, aunque no comparto absolutamente su visión. Para que exista una dialéctica económica en la que uno es el que jode, y otro el jodido, ambos deben querer jugar su rol. Entiendo que la economía es sucia, y que la política internacional no es justamente un intento de mantener la paz por la paz, sino algo así como la paz por medio de “lo que sea necesario”: hambrunas, pruebas de medicinas en humanos, mutaciones, radiación, carrera armamentista, actitudes punitivas en los acuerdos comerciales, esclavismo manufacturero, bla, bla, bla…
Tú y yo somos productos, consumimos productos, escribimos productos, vestimos productos… Seamos productos de calidad, compremos productos de calidad, a precios reales, seamos productos autoproducidos —con su inevitable sello de producto antecesor—, no productos producidos por la industria. No me gusta tener código de barras en la frente, prefiero una etiqueta hecha por mi propia mano… ¿Te cae que no “producteas”?...
Synechdoque, New York
Me parece un tanto difícil comprimir el sentido de la película, –y para ser honesta, no estoy muy segura de haberla entendido en su totalidad, y menos aún de si mi interpretación es válida o no- por un lado, creo que la cinta trata, a través de las emociones, anhelos, fantasías y retos de Cotard, de representar a una sociedad y la fatalidad de sentirse absolutamente solo a pesar de estar rodeado de gente, concreto, ruido, encuentros amorosos, etc.
La creación de un Nueva York a su medida, no es mas que el afán de darle un sentido a la multiplicidad de historias que se cocinan cada segundo y que son insoportablemente abyectas, a veces, y muchas otras, inverosímiles. Entiende que el género humano es historia, es puesta en escena sin ensayo previo. El ser humano es insondable, y a veces, reacciona de una u otra manera porque sí, y eso es francamente… desgarrante.
Nos es una película de la que puedes hablar sólo en un sentido. Hay varios hilos conductores: el diario de la hija; el desdoblamiento de los personajes por medio de actores que dicen lo que no se atreven a decir y que fungen como espejos de la realidad interior; las notas a su ex esposa cada vez que va a limpiar su departamento; las revistas que nos dan una noción del tiempo y las acciones de personajes que no están todo el tiempo en escena; la voz que da indicaciones, toda vez que la voluntad no da para más.
No soy una gran crítica de cine, pero me parece una manera innovadora de mostrar lo más deprimente del ser humano: el aislamiento voluntario, el estar anclado en un pasado irremediable, y el no asumir un presente, un tiempo que apremia y no se detiene.
Es patético cómo el protagonista toca fondo una y otra vez, siempre se debate entre la sensiblería y la negación de sí mismo. Ni siquiera fue capaz de morir por voluntad, inercia, enfermedad o azar, lo hizo porque la palabra die retumbó en sus oídos.
Sinécdoque, en términos retóricos es representar al todo por medio de una parte de éste. Cuando él se da cuenta de que ésta figura tiene límites y que no es expansiva al grado de llegar a convertirse en el todo, es cuando ya todo está perdido, cuando todos lo abandonan, y cuando los demás reconocen la intransigencia de Cotard.
Es importante destacar que los personajes son la ironía encarnada, una muestra de actitudes bizarras y no, porque al final, de eso se trata la vida, de toparse con otros que nada tienen que ver con nuestros propios esquemas mentales…
En un ser humano, probablemente se puede representar a la humanidad, pero no a la inversa…
El Conde Consumismo, hijo de Mercadotecnia, “La Grande”
Son las 8 de la mañana, el celular suena como loco, debe estar en la primera capa de cobijas, o en la segunda, o entre las almohadas. ¡Listo! Odio ese maldito tono preconfigurado de Motorola. En fin.
Me miro en el espejo, y el rimel que no me quité bien la noche anterior, me ha dibujado unas ojeras dignas de personaje de Tim Burton. Me lavo los dientes, con esa pasta dental que en 14 días promete pulirte tus amarillos dientes hasta enblanquecerlos y opacar el brillo de los diamantes. Luego hago gárgaras con otro producto que protege contra bacterias, gingivitis, cáncer, diarrea, o no sé qué, pero bueno… es lo que hay. Giro la perilla de la izquierda, y luego – como todos los malditos días- la cierro para abrir la derecha, que es la del agua caliente. Me unto un shampoo que es para caspa, la cual se expatrió de mi cuero cabelludo hace al menos cinco años, me enjabono con un gel líquido que previene las arrugas –como si el maldito tiempo pasara en vano- y al final me seco.
Unos minutos después, viene la crema para manos, la crema para cuerpo, la crema para párpados, la base de maquillaje, el rimel, el blush, el lipstick, el perfume, el mousse para el pelo, el líquido que abrillanta mis rizos. Espera, antes de ésta lista ritual, tuvo lugar la batalla más mortal a la que me enfrento día con día: qué me voy a poner.
Tengo al menos treinta pares de zapatos, tal vez piensen que es vanidad, pero no, nunca hay que escatimar en eso del buen gusto: unos son más altos, menos, chatos, picudos, abiertos, cerrados, rosas, negros, amarillos, verdes, de esta temporada, de la pasada, parte de la herencia de la abuela, de todo. Y luego escoger qué jeans: si con estoperoles, rectos, entubados, stretch, si falda, si short, si esto, si lo otro. Si uso pashmina, u otro accesorio. Qué aretes, qué pulsera, qué lentes de sol.
¡Alto! ¡Carajo, esto es todos los días y apenas son 8:40! Lo más irónico es que navego con bandera de que no caigo en las redes de la mercadotecnia, que no soy consumista, y que prácticamente vivo al día. Soy una falsa de lo peor.
Para empezar, estudio en la Ibero, donde hay “gente que cambia el mundo”. ¿Cómo es que lo cambiamos?- me pregunto. ¿Vistiéndome de diferente color cada día, trayendo la última bolsa que está sobrevalorada al menos en un 600%, manejando un coche que aunque cuesta medio millón de pesos avanza a dos por hora en el tráfico de esta maldita ciudad? No sé, tengo ganas de vomitar, y no encuentro respuesta alguna.
¿En qué momento me volví socia de esta forma de vida? Ya ni la comida está exenta de esto: si compras este cereal, creces fuerte; si compras este otro, tu corazón estará libre de colesterol, y así con todo.
Una maldita manzana con chile cuesta $30 pesos en el Oxxo. ¿Sabes a cuánto le compran el kilo al campesino? No creo que le den ni la quinta parte de esto. Ah, pero falta tomar en cuenta a los intermediarios, y eso, y aquello. De acuerdo. Pero el precio sigue inflado. Lo más gracioso es que entre más caro es algo, siempre lo asociamos con MEJOR, y no necesariamente.
Que el señor Karl Lagerfeld es creativo, sí, pero una maldita bolsa no cuesta $60,000 pesos. Para empezar, él no la cosió, ni te la llevó a tu casa, ni nada de eso. Hizo un diseño, unos pobres chinos, -indios, mexicanos o cualquier genticilio tercermundista- lo reprodujeron por montones, y ahí vas de listo, a enriquecer a la casa Chanel, mientras que hay familias que eso es lo que pueden juntar en dos años de trabajo, partiéndose el lomo, mientras que tú deslizas una tarjeta de crédito, esa llave al paraíso del consumo, e infierno de intereses que nunca cesan.
En el mundo deben existir diferentes clases, para que las de arriba sobrevivan- me dirás. Puede ser. Lo que no puede ser es que lo innecesario y accesorio ahora sea motivo de depresión. ¿Qué es esa mariconada de que si no tengo tales tenis no soy nadie?
Ya estuvo bueno de que me digan cómo vestirme, dónde estudiar, dónde comer, dónde divertirme, qué es lo óptimo, qué lo rentable, qué lo esto y aquello.
Los mercadólogos son unos abogados del Diablo, y el Diablo mismo, y nosotros unos esclavos de las pasiones que nos proponen.
Si hoy puedes caminar por cualquier calle de la ciudad sin sentir un poco de repulsión por la disparidad que hay, tal vez estás – o estoy- muerto en vida, en la vida consumista que oprime, seduce, doma, “enaltece”, y nos sodomiza, eso que ni qué…
PUTO
DE NUEVO A CLASES
ESPEJOS
A veces me pregunto qué tan real es ese espectro que se presenta ante mí.
Aparentemente invierte lo que hago. Sin darme cuenta, tergiversa lo que soy.
Finge mis sonrisas, las aplana, y se regocija en dejarme la tarea de otorgarle la tercera dimensión a cuanto veo.
De ahí las distorsiones de la talla, la fealdad, lo inconforme
¿En qué momento firmé un contrato vitalicio para el autoreconocimiento con él?
No me preguntó si estaría dispuesta a acatar la rudeza de sus formas, el deterioro del tiempo, o si simplemente supeditaría mi autoimagen a lo que él revela.
Simplemente es así. ¿De qué otro modo me conocería?
¿Y si él tuviera voluntad y me mostrara cualquier otro rostro, otras piernas, otro abdomen, y no me quedara más alternativa que aceptarlo?
¡Qué bueno que los espejos son sólo objetos!
VOTO EN BLANCO
Me quedé con ganas de leer esa novelita de Saramago. Ya que la lea, comento el punto.
Algo más efectivo que el voto blanco, sería una bomba que eliminara a cuanta persona sin sentido común camina por las calles y trabaja en oficinas.
Si anulamos el voto, de todas maneras alguien ganará. Es repudiar al sistema, sí, pero tampoco es solución. ¿Quién sabe armar bombas? Jajajaja...
¡Lo que hace la desesperanza!
EL AMOR DE LA A A LA J
a) Se te olvida despertarte, pero despiertas al otro.
b) Prefieres las orillas duras del queso, para que lo fresco termine en otro estómago.
c) Ya no sabes de qué color tienes los ojos, has traicionado a los espejos, y prefieres asumir que el otro los describe mejor que el reflejo. Hasta puedes ser poseedor de las pestañas que sostienen al mundo.
d) Despiertas con dolor de espalda porque aunque duermes solo, respetas los límites del territorio de la cama del fantasma que te acompaña.
e) Comienzas a tener respuestas pavlovianas cada vez que suena el celular.
f) Ya no escuchas música, escuchas ópera... jajaja...
g) Cambias de productos lácteos, cereales, embutidos, todo porque un duendecillo te "sopló" las bondades que poseen.
h) Cuando no sabes qué decir dices: zé.
i) Si estás en el messenger con el dueño de tus berrinches, es probable que si otra persona te habla, (interrumpe y te confundes) piense que eres demasiado cortés, o muy pintacuerno, porque le dices "amor, mi vida" o palabras dulzonas.
j) Aquí terminan los puntos, porque así empieza su nombre...
SEIS LIBROS
Quien escribe no soy yo, ¿o lo soy? ¿entonces, no fue un libro tan genial? ¿quise burlarme de la vida? ¿es en realidad lo magnífico del libro: la ironía de no poseer nada y no esperar más, el engaño de la genialidad, la pretensión de la superación de los deleites, el espasmo que no me deja respirar, el seguir aquí y tener tres libros más por abrir?
La vida nos cachetea con calcetines de nada.
Buenas noches,
A mí, la influenza no me mata, me droga.
Hoy me sorbí una buena porción en el metro, ¡salud!
BASURILLAS
En realidad, sólo odio a las basurillas.
Son molestas, irritan los ojos.
Por si fuera poco, se envuelven de lagañas, y se bañan de lágrimas.
No les basta con invadir la superficie córnea, corren en ella, se deslizan.
Son ingobernables, como este país y muchos otros.
¡He descubierto el hilo negro!
Somos basurillas.
PRESAGIO
LA DEPENDENCIA
ELEFANTES ROSAS
EL TRÁFICO
A veces me pregunto por qué odia tanto la ciudad. Y creo que cada vez lo entiendo más.
Algo sucede con la gente cuando pasa demasiadas horas al día al volante.
Sospecho que te desilusiona escuchar tu música favorita. El aire acondicionado ya no es brisa en medio de la cocción asfáltica. El paisaje se vuelva aún más ruin de lo habitual. Los grafitis, ya no son grafitis, son letras que te persiguen, o monstruos que se burlan de tu cárcel hecha de paredes de automóviles.
Mis condolencias para todos aquellos que sufren los estragos del tráfico. Yo no me puedo quejar, vivo a 5 minutos de todo lo que necesito, a excepción de la casa de mi amado...
MAGDALENA
Un día, después de muchos de no haber jugado con ellos, intentó que la Luna la obedeciera otra vez, le pidió que adornara la Tierra. Fue en balde. Ni siquiera contestó.
No comprendía a dónde habían ido sus hilos de dominación. Sólo recordaba una palabra que jamás había escuchado, la había visto en un letrero, a la entrada de la sala donde se encontraba: oncología. Sonaba a algo interesante, pero prefirió nunca preguntar qué era. En realidad no fue una decisión, era tan poca la energía que le quedaba para vivir, que olvidó que había olvidado preguntar.
Pasaron los meses, y Júpiter, volvió a jugar con la Tierra. La Luna, le perlaba la frente con sus polvos. Y sus cabellos rubios, sedosos, más frágiles pero contundentes, seguían siendo la extensión del titiritero: una Magdalena de 9 años de edad.
DE PULQUERÍAS Y CANTINAS
No tengo ganas de probar pulque nunca más.
El saldo: pocas ganas de la misma sensación.
La ganancia: el conocimiento de la compasión de quien me ama.
El justo medio: no se deben mezclar los azúcares y los alcoholes.
La duda: ¿qué tan grande es la Alameda?
El chiste: El anonimato es desolador, pero consuela, a veces.
La risa: de mí misma.
El dolor: de quien soy cuando no soy.
La jugarreta: no pasa nada si pasa.
El resultado: ¡Qué bello es el Centro Histórico!
Speculum al joder
Después de haber analizado el libro de Buen Amor, del Arcipestre de Hita, y comenzar con el Amadís de Gaula, y estar en el "mood" medieval, no podían faltar los datos culturales/curiosos de la Dra. Gloria Prado (a quien estimo y admiro).
Cuando escuchamos Edad Media, siempre nos suena a Inquisición, quietud, vida cortesana, clérigos transcriptores, etc. ¡Ah! y por supuesto, una religiosidad "impecable", o visto desde otra esquina: una hegemonía católica, con pinceladas luteranas, calvinistas, jansenistas, y otras que ensombrecían un poco el mapa territorial/dogmático en juego.
En fin, eso es lo de menos.
La risa, esa que siempre está para ayudarnos a ejercitar unos cuantos músculos, brotó.
En la Edad Media, no sólo se hablaba de Dios, del hombre, de lo sublime. No, también se hablaba de lo cotidiano, del sexo mismo.
Speculum al joder.
Un libro del siglo XIV, originalmente escrito en catalán, con herencia árabe, (como es de suponerse) que nos ilustra acerca de la higiene sexual. (Eso en los primeros capítulos, recordemos la censura)
El contenido (no memoricé los capítulos, pero sí dejé escapar una sonrisa burlona cuando los escuché):
Recetas para incrementar el tamaño del miembro, cómo curar llagas y ámpulas, tipos de miembros, clases de mujeres, cómo lograr que la mujer llegue al deseo (orgasmo), qué posiciones aumentan el placer, etc.
*Hay que tomar en cuenta que la mujer siempre debía estar supeditada al hombre. (En esa época, entonces, siempre iba abajo)
Como vemos, la sexualidad siempre ha dado de qué hablar, lo que vemos en portadas de revistas, periódicos, etc., no es nuevo.
Les copio unas líneas, no se escandalicen:
De cómo encender el deseo de la mujer.
"...cógela, extiéndela y ponle las rodillas a la altura de la ingle; con una
mano tómale las suyas, mientras que con la otra apriétale el coño, retuércela y
pellízcala hasta que grite, se rebele o se queje. Así le encenderás el deseo de
joder, pues de este modo se calienta y le viene el deseo de yacer con el hombre”
Sed
melancolía sedienta de recuerdos,
recuerdos que no se borran y que se desdoblan
quien se desdobla miente,
todos mienten...
¿Quién posee la verdad, entonces?
Nadie contestó.
BOSQUE Y SUSURRO
el susurro, se anidó en el bosque
el bosque y el susurro,
el bosque y el susurro,
¿A dónde, a dónde?
El viento caza susurros
los lleva a mitad del bosque
el agua los baña cuando pasan,
cuando pasan envueltos de aire.
El susurro no está sin el bosque
sin el bosque el susurro no nace
sin el agua, el susurro no vuela
sin el viento, el susurro revienta...
DE TOUR POR LA CIUDAD
Llegué al Palacio de los Deportes, esperando analizar algún fenómeno del espectáculo que suele prometer mucho, y al final, siempre desemboca en la nada, en la vaciedad más absoluta: sexo barato.
El costo de esas entradas es de $200 pesos. Creo que es mejor caminar por Tepito, y uno observa exactamente lo mismo: juguetes sexuales, prostitutas con chancro, travestis con trasero del tamaño de una sandía (¿Cómo es que logran sentarse?).
No gasté mis pupilas ni mi afán de escrutinio. Volví al metro, junto con Héctor (un compañero que mide 2 metros), y decidimos vagar por el centro de la ciudad.
Fuimos a la Feria del Libro del Palacio de Minería. Hay buenos libros. Me quedé con ganas de comprar algunos, ya que tenga dinero, lo haré.
Otra vez tengo gripa, ¡maldita sea!
Reanudación del espacio
Últimamente he andado de un lado a otro, de ciudad en ciudad, de colonia en colonia, de casa en casa. Incluso he pasado 7 horas en un sólo día en camiones urbanos y metro. (Todo sea por JM)
Por fin me he instalado en mi cuchitril, (en el que viviré este año). Todo marcha bien. ¡Salud, vida!
Hoy leí "Señora de rojo sobre fondo gris" de Miguel Delibes. Quien me dio el libro, tenía razón: podría ser mi caricatura o yo ser la caricatura de la protagonista, ya no sé...
Lo que sí sé, es que por fin estoy en mi amada ciudad, rodeada de edificios, ruido, smog, y mucho asfalto por pisar, por recorrer con mi pie izquierdo que sigue causando molestias de vez en vez...
Nos vemos pronto...